martes, octubre 11, 2005


35.
- Y qué tal Carolina dos -preguntó Droguerto.
Estaban en el edificio de un amigo. Era un amigo de ésos amigos raros de Droguerto. Había un piano de pared y un montón de cuadros. Cuando Franz apareció, Miguel se apuró en decir:
- Puta qué chévere tu casa huevón.
- No sé -dijo Mario, refiriéndose a lo que le había preguntado Droguerto-, es rara...
- ¿Qué tiene de rara? ¿Tiene tres tetas?
Franz volteó y se dirigió al cuarto en el que supuestamente estaba su madre. Se escuchaba el sonido de un televisor, pero nunca voces. Resultaba raro, tomando en cuenta que Droguerto siempre se burlaba de Franz comparándolo con el personaje de Spicosis.
- Franz está a punto de convertirse en un jodido insecto -dijo Miguel.
Mario asintió.
- Tiene razón -dijo.
- Bueno -se aclara la voz Droguerto- todavía no nos has dicho qué tiene de raro...
- Nada. Es que sólo hemos salido una vez. Y no sé, creo que busco a mi prima en ella y no es la voz.
- ¿Tu prima? Ya olvídate de esa huevona.
Entra Franz a la habitación. Lleva un saco y su pelo es como el de la primera época de los Beatles. Es absolutamente flaco y lampiño, tiene las ojeras pronunciadas, ojos grandes y rojos. Droguerto dice que la mezcla de pastillas antidepresivas, alcohol y drogas tiene ese efecto en las personas.
Una vez que están afuera, Miguel le pregunta a Franz:
- ¿Te has inyectado hoy?
Franz sonríe. Saca una jeringa de uno de los bolsillos de su saco y se la enseña.
Mario le pregunta:
- ¿Qué te inyectas?
Están caminando por la avenida Grau de Barranco. Los automóviles van de un lado a otro alumbrando la calle con luces amarillas. Algunas pistas están rotas y algunas paredes también. Hay farmacias, bancos, locales, bares. Pasan junto al mercado de Barranco. Está abandonado. Alguien ha pintado con spray negro cucarachas enormes.
- Morfina, Ketamina... una vez me inyecté cocaína.
Franz pocas veces habla. Algunas veces es para discutir alguna película de Bela Lugosi que nadie ha visto. Otras veces para discernir equivocadamente de algún tema o para decir que en su casa tiene marihuana pero ahora no. Esta vez habló para decirle a Mario qué cosa se había inyectado.
- Ahora sí, dinos... qué pasó. -Droguerto cruzó los brazos. En uno tenía prendido el cigarro de marihuana que había armado. Miguel se dispuso a servirse un poco más de cerveza. Franz dormía con la cara escondida entre sus brazos. El local estaba lleno, la gente gritaba y sólo se podía respirar humo.
- Nada. Resulta que tiene enamorado...
Miguel y Droguerto se ríen. Se pasan el cigarro de marihuana. Antes de botar el humo, beben grandes tragos de cerveza.
- ¿En serio?
- Así son las mujeres, huevón.
- Es raro -dice Mario-, porque yo quedé en salir con ella y las intenciones eran obvias.
- ¿Pasó algo?
- Eso es lo peor, no pasó nada.
- ¿Y ahora? -preguntó Miguel, después de un rato.
Se había acabado la marihuana y la cerveza.
- Supongo que volveré a salir con ella.
- Entonces -dijo Droguerto-, te la quieres agarrar y toda la mierda.
- Lo único que yo quiero es olvidarme de mi prima.